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Martes, 29 de marzo de 2016

TPP una mega-piedra atada a las elecciones en Estados Unidos

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(29/03/2016)

Fuente: Red del Tercer MundLa campaña presidencial en Estados Unidos se ubica en una más que evidente crisis del sistema político partidario tradicional. Hasta el momento, ninguno de los candidatos considera que manifestarse a favor del TPP sea una buena estrategia para ganar votos.La campaña electoral presidencial en EEUU es el proceso político más importante del año y se ubica en la crisis que, de evidente carácter económico, se ha transformado también en una más que evidente crisis del sistema político partidario tradicional.

Tanto Donald Trump, un ultraconservador, como Bernie Sanders, un socialista democrático, son candidatos que con su inusitada naturaleza y discurso no convencional, y con el éxito de su campaña de arrastre al resto de candidatos, dan prueba de la crisis del clásico y falso imaginario votante estadounidense, del bipartidismo y de la profundidad de la insatisfacción mayoritaria.
¿Acaso el TPP puede escapar a esta prioridad política? O bien, ¿el TPP, como muchos otros proyectos de TLC o reglas globales, está subordinado tanto a la realidad económica, a su percepción y a la dinámica de la campaña y la estrategia del sistema político electoral y de los contendientes?
Hasta el momento, para ninguno de los candidatos, manifestarse a favor del TPP se considera una buena estrategia para ganar simpatías y muchos menos acumular futuros votos.
Desde que, en junio de 2015, con tan sólo 10 votos de diferencia fue aprobada la famosa vía rápida (fast track), y las encuestas previas indicaban una clara oposición del 68% del público en general para no dar luz verde al TPP, se percibía que el TPP era un polémico tema para los estrategas electorales de los dos partidos.
De regreso del receso de verano, los legisladores y la propia administración encaran una tormenta de presiones políticas convergentes de representantes de poderosos sectores manufactureros, así como de las organizaciones sindicales y civiles. El Proyecto No Satisface.
Los tradicionales neoliberales y promotores de los TLC se vieron obligados a bajar de tono su campaña y sus demandas de revisión de aquellos temas que consideran insatisfactorios; como es el caso de ampliar el plazo de monopolio de las patentes de fármacos, de mayor control de internet y limitación de derechos digitales. Pero no dejaron de presionar o cabildear a legisladores, gobiernos y medios de difusión.
A mediados de otoño de 2015 se producen dos cosechas. La administración de Obama, después de numerosos fallidos intentos, concluye las negociaciones del TPP el 5 de octubre en Atlanta, acompañándola de una campaña mediática optimista. Pero a la vez se inicia la cosecha de haber negociado en secreto y al margen de todos, menos las corporaciones; se inician las declaraciones contundentes de oposición de los candidatos presidenciales.
El 05 de octubre el Senador Bernie Sanders, además de su rechazo al Tratado, afirma que el TPP puede ser derrotado. Dos días más tarde, el 7 de octubre, la candidata predilecta de la élite demócrata y financiera, H. Clinton, declara que el TPP alcanzado resulto no ser su estándar de oro, por lo cual no lo apoyaría. La chispa política vuela…
Por el lado de los candidatos ultraconservadores del Tea Party, se adoptan posiciones pragmáticas electorales. Donald Trump arremete declarando que “el TTP de Obama es una locura” Ted Cruz, antes de la votación en Iowa, estado clave en esta etapa de las primarias, agrega que “Yo voté contra el fast track y votaré contra el TPP”; en tanto que el Senador Marco Rubio se desdice de su apoyo previo al TPP, y descarta que el TPP vaya a ser un pilar de su presidencia.
Las campañas y los resultados de las elecciones primarias ponen al descubierto sorpresas en la conducta electoral de los diferentes grupos de votantes. Un observador australiano lo resumió así:
“Las elecciones primarias han traído a la superficie profundas corrientes de insatisfacción a través de grandes sectores de la sociedad americana en las perspectivas a largo plazo para los votantes ordinarios”.

En tanto que el ortodoxo diario The Wall Street Journal señalaba: “se ha puesto de relieve una realidad emergente, en el centro de la campaña de 2016: … Muchos votantes de las primarias presidenciales sienten que el libre comercio ha marginado sus puestos de trabajo y sus perspectivas… Este es el año del hombre blanco enojado, Donald Trump, y también Bernie Sanders, se han beneficiado” de esto.
He aquí algunos datos duros del fondo de esa realidad que influyen en la conducta electoral.
La encuesta nacional del Centro Pew (noviembre de 2015) muestra que una pérdida de confianza cruza todo el espectro político: hoy sólo confían 36% de los republicanos, antes en 2007, era el 61%; los demócratas antes 57%, actualmente 37%. Por su parte la encuesta Gallup (enero 2016) registro que 76% de los estadounidenses están insatisfechos con la situación actual.

Contra el estereotipo ultraconservador de que las mayorías, sobre todo de republicanos, rechazan el intervencionismo, la encuesta registró que: una ligera mayoría de republicanos, 57%, y el 80% o más de los demócratas piensan que el Estado debe intervenir en la economía.
Así, no es sorprendente que aún las encuestadoras convencionales recojan que las tres principales preocupaciones del electorado estadounidense son: gobierno, economía, y desempleo. En febrero de 2016, la encuesta registraba que 71% de la muestra mostraba insatisfacción con la situación económica, contra 23% satisfechos. El problema mayor identificado era la economía (17%), el gobierno (16%), y el desempleo (11%).
Esta expectativa o inconformidad según la preferencia partidaria muestra que sólo un 24% de los demócratas preven que la economía será mejor dentro de un año; es decir, muy por debajo del 44% en enero. En tanto que de los republicanos, sólo el 16% anticipa que las condiciones económicas sean mejor dentro de un año, prácticamente igual a la expectativa de enero (19%).
La preocupación ciudadana por el desempleo. Los números sobre la cantidad de desempleados en EEUU ha sido campo de batalla y propaganda, no únicamente porque la cantidad está relacionada con los empleos reales creados, sino también por su calidad y sobre todo por la cantidad de empleos perdidos en los últimos años. La cifra de Tasa Oficial de Desempleo (calculadas por el Departamento del Trabajo) es de 5.2% en febrero de 2016. Sin embargo, expertos reconocidos en el mundo académico, como John Williams, estiman esa tasa de desempleo es casi 4 veces más alta.
Por otra parte, el análisis detallado de los expertos independientes sobre la dinámica de los salarios muestra que “desde 1979, la gran mayoría de los trabajadores estadounidenses ha visto que sus salarios por hora se han estancado o disminuido. Esto es a pesar del crecimiento del PIB real del 149 por ciento y el crecimiento neto de la productividad del 64 por ciento durante este período (1979-2014)”. La excepción que confirma la regla es el salario del estrato (decil) más alto. La pérdida de la gran mayoría de los salarios entre 2007 y 2014 fue de entre -6.3% y -2.1%, según el estrato (o decil), o bien se han estancado.
Un “detalle” contrario al mito del mundo feliz estadounidense: cerca de 74 millones de trabajadores (el 53.1% de los que tienen trabajo, tiene salarios bajos (hasta $12.16/hr o menos). De éstos, 41.2 millones (29.3% reciben ayuda de la asistencia pública para terminar el mes, no obstante que 19 millones de esos trabajadores tienen empleos a tiempo completo.

La mega-piedra del TPP presente en todos los estados. La batalla mediática a favor del Libre Comercio sigue, pero una clara mayoría de los estadounidenses considera que los tratados de libre comercio no los han beneficiado, y con los antecedentes de cómo se negoció el TPP, menos los convence que traerá beneficios en materia de más empleo, más salarios, y más soberanía. Tampoco los sesudos estudios econométricos de las instituciones con alta carga fundamentalista neoliberal que apoyan al TPP convencen, ni al ciudadano común, ni a los académicos independientes y menos a aquellos que desde dentro han visto el sentido y el interés de quienes diseñan este tipo de mega-tratados. Tal es el caso de los análisis del Instituto Peterson.
Por ejemplo, los ex secretarios del trabajo durante la administración de J. Carter y de B. Clinton, F. Ray Marshall y Robert Reich, respectivamente, pidieron el año pasado a los representantes y senadores no aprobar ni la vía rápida, ni el TPP, pues el tipo de acuerdo va a perjudicar a los trabajadores de EEUU. Conocedores del tema afirmaron en Carta Conjunta:
“Como resultado (de los TLC), millones de puestos de trabajo bien remunerados de la manufactura han desaparecido. Los acuerdos comerciales se han vuelto mucho menos sobre el comercio y mucho más acerca de la protección a la inversión y la propiedad intelectual en el extranjero. Y, cada vez más, la salud nacional, la seguridad, las normas laborales, y ambientales han sido considerados como “barreras no arancelarias” al comercio, y a las ganancias.”

Hoy Robert Reich, afirma: el libre comercio hoy enriquece sólo “al uno por ciento”.
En plena batalla por el voto del corazón de la industria automotriz, en Detroit, Hillary Clinton, sentenció: Cuando se trata de acuerdos comerciales, aquí está mi norma: no voy a apoyar ningún acuerdo a menos que ayude a crear buenos empleos y salarios más altos para los trabajadores estadounidenses y proteger nuestra seguridad nacional… Por eso he votado en contra del último gran acuerdo multinacional de comercio denominado CAFTA. Es por lo que no apoyo el acuerdo comercial de Asociación Transpacífico… Pero, además, “Incluso si Estados Unidos nunca firma otro acuerdo comercial, la globalización no va a desaparecer.”

Por su parte Jared Bernstein, ex asesor económico del vicepresidente Joseph R. Biden Jr., declaró al diario NY Times: “El populismo económico de la campaña presidencial ha obligado al reconocimiento de que la expansión del comercio es un arma de doble filo”. El mismo J. Bernstein también escribió: “No confundir comercio con tratados… La teoría básica del comercio conecta los precios a los salarios, y en Estados Unidos, la globalización -mediada por los tratados- es ampliamente aceptada como contribuyente tanto al estancamiento de los salarios como al aumento de la desigualdad…Así, la Era de Libre Comercio podría haber pasado. Eso es bueno”.
La marea ortodoxa neoliberal empieza a reaccionar. Con declaraciones y resultados tan claros de las primarias, en la segunda semana de marzo, las reacciones mediáticas de alarma se han empezado a prender en defensa del Libre Comercio. Dos destacados periodistas conservadores señalan en el Wall Street Journal que la frase de Reagan ‘El Proteccionismo es Destruccionismo’ era un mensaje verdadero y podría degradarse en la carrera electoral del 2016. En el NY Times el influyente columnista conservador descalifica a Trump y todos los opositores al TPP. Los líderes empresariales se lamentan en el Washington Post “Los promotores del comercio se sienten bien impotentes.., cuando los mensajeros habituales son miembros de una clase política que ha caído en desgracia entre gran parte de los electores.” Las frases victimizándose aparecen: El TPP es víctima del proteccionismo electoral. Con sus posiciones proteccionistas en la campaña, ambos partidos construyen muros también contra Canadá.
Temblor en las élites políticas y económicas de los países negociadores del TPP, preocupadas por el avance del “nacionalismo económico” en la contienda presidencial de EE.UU.
Así, el influyente medio conservador Breitbart advierte, junto con otros estrategas políticos, del peligro que significa el triunfo del nacionalismo económico en los EEUU, sintetizado en el ascenso en ambos polos del espectro político (Trump y Sanders) en las primarias presidenciales de posturas críticas del libre comercio. Y de la creciente preocupación de las elites económicas de otros países por esta situación.
Tiembla en Tokio. La creciente amenaza de que el PPT fracasará en los EE.UU. proyecta una sombra sobre el propio debate y sobre la ratificación de Japón que está previsto que comience después de que el presupuesto pase este mes de marzo. “Así, hay oposición al TPP en Japón,” dijo el profesor de la Universidad Showa de Tokio. “Si Japón lo aprueba y no pasa en los EE.UU. le haría un enorme daño a la administración Abe”.
En México se suspendió la fiesta. Atento a la situación política de los EEUU, el gobierno decidió a finales de enero aplazar el debate y la ratificación hasta noviembre, tratando así de evitar el riesgo de que “el proceso electoral norteamericano podría dejar a México ‘colgado de la brocha’”.
Y con los nervios de punta I. Guajardo, el “negociador” mexicano, confesó en reunión con los cuadros del partido gubernamental que “se ha fallado en trasmitir a toda la población los beneficios propiciados por la integración comercial de América del Norte y alertó sobre la posibilidad de que un candidato como Trump, que es contrario a una mayor integración comercial y al TPP, llegue al poder. “Sería muy iluso creer que esto (la coyuntura política actual) es “business as usual” [algo común, N.delT.] en el fondo hemos descuidado nuestra capacidad de asentar en los pobladores de América del Norte fundamentalmente los beneficios que ha traído la integración comercial”.
Y, según la periodista del Financial Times, el gobierno (mexicano) planea reeducar a los jefes de campañas presidenciales y a los medios de comunicación para “contrarrestar la desinformación” sobre México en EU, dice Francisco Guzmán, jefe de gabinete del presidente Enrique Peña Nieto. (¡Sic!).

Por su parte, Canadá se toma su tiempo para ratificar el TPP. Según Kirsten Hillman, el jefe negociador del TPP por Canadá, “todos los países alrededor de la mesa estarán mirando para ver lo que sucede en los EE.UU. pues para ellos la elección es la prioridad.” Y una fuente cercana al gobierno indicó que “En su forma actual, Canadá firmó el tratado, pero no se moverá a ratificarlo hasta que la situación se vuelve más clara en el Congreso”.

En Chile las cosas no son tan dulces: el Gobierno, entusiasta promotor del TPP, se ha visto presionado a lo largo de las negociaciones por los legisladores y las organizaciones sociales. Los legisladores han condicionado su aprobación. Bajo estas circunstancias se ha venido postergando la ratificación del Acuerdo Transpacífico.
En Perú, con prisa, pero sin legisladores: Pese al propósito conocido de los negociadores del TPP y su clientela legislativa de buscar su ratificación, originalmente antes de las próximas elecciones presidenciales del 10 de abril, la situación se ha complicado. La debilidad política de la administración saliente y la oposición pública al TPP parecen factores inhibidores y no parece que haya condiciones para su discusión y eventual ratificación en el contexto electoral, al grado de que este pasado 15 de marzo de 2016, el presidente del Congreso les rogó a los legisladores que asistan, pues ha habido sesiones sin quórum. Y declaró que “…después de las elecciones, el Congreso lo discutirá y votará la aprobación del tratado”. En tanto que el jefe de gabinete ministerial mediante lacónico tweet dijo que es necesario el debate parlamentario – sobre el TPP.

Bajo la clara oposición de candidatos al TPP, V. Guido, una periodista de EEUU certeramente sentenció: “el futuro del TPP es tan claro como el lodo”. Y, además, parece que en casa se han dado los primeros pasos en la afirmación del Senador Bernie Sanders: ¡Se puede derrotar al TPP!
Así la situación ¿son las elecciones la piedra atada al cuello del TPP, o el TPP la mega-piedra que cuelga del cuello de los candidatos y votantes?

Alejandro Villamar es miembro de la Red Mexicana frente al Libre Comercio (RMALC).
El autor agradece a Alberto Arroyo por sus observaciones.

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